Evans y Roche se prometieron ponerse en forma. Cambiaron significativamente su dieta, renunciando a todos los alimentos precocinados. Evans empezó a comprar más verduras y abandonó el hábito de preparar las comidas con varios días de antelación. Además, ella y su marido sustituyeron las patatas por boniatos y el arroz por coliflor. Según la mujer, el primer mes no fue fácil, pero la comida era deliciosa y no sentían hambre ni aversión por la comida sana. Como resultado, tanto Roche como Evans consiguieron perder 18 kilos cada uno antes del viaje -en sólo dos meses- sólo con la dieta.
A la pareja le gustó tanto el estilo de vida saludable y los resultados visibles que continuaron su viaje después del viaje. Ambos empezaron a sentirse mucho mejor, tenían más energía y entusiasmo para hacer las actividades cotidianas. Pronto añadieron el deporte a sus vidas. Habían intentado ir al gimnasio antes, pero enseguida desistieron. Esta vez, sin embargo, el notable cambio en su aspecto les dio la motivación para seguir trabajando en sí mismos.